En cuanto a microprocesador, para OR te bastará un AMD Ryzen 3200 o un i3 actual, ya que desde su 8ª generación son de 4 núcleos (Yo tengo un i3 de 4ª gen. con dos núcleos y 4 hilos y me va perfecto). En lo tocante a gráficas, con una de gama media-baja (GTX 1050Ti o GTX 1650) tendrás suficiente, ya que yo uso una un poco más antigua y un poco menos potente (GTX 960 con 2gb de VRAM DDR5), y sin problemas.
Para TS, juego bastante más exigente, te recomendaría un AMD Ryzen 1600 AF, de 6 núcleos y 12 hilos, cuya relación potencia-precio no tiene competencia. Gráficas para TS, las anteriores y, si puedes, mejor sube un escalón hasta una GTX 1060 o GTX 1660.
En ambos casos 16 gb de ram DDR4 3200, para exprimir bien esos Ryzen y siempre en Dual channel o sea 2 x 8 gb, ya que Ryzen pide esa configuración de ram para sacarle todo el jugo al micro.
Desde 2017 año en que salieron los Ryzen, AMD lleva el liderazgo en cuanto a precio, potencia y disipación de calor; habrá que esperar a la 11ª gen. de Intel a ver si reaccionan; pero, hoy por hoy, AMD es más atractivo.
En cuanto a gráficas, en estos momentos, es al revés: los modelos de Nvidia actuales son más potentes y más eficientes que sus homólogos de AMD, eso se traduce en mejor experiencia en juego y consumo más reducido.
Para ver el rendimiento de cada chip gráfico, consulta alguna tabla de benchmarks y nunca te compres una gráfica en función de la cantidad de memoria que lleve, siempre es preferible una gráfica más potente con menos memoria que otra con más memoria pero con un motor gráfico más modesto. En caso de un mismo modelo, elige el que tenga la velocidad de memoria más rápida, mejor 2 gb de DDR5 que 4 gb de DDR3.
Lo de las gráficas es algo complicado, pero consultar una jerarquía de gráficas ayuda bastante a averiguar cual es más potente, te dejo este link en el que las gráficas listadas han sido sometidas al mismo test:
https://www.videocardbenchmark.net/
Eterno aprendiz de todo aquello que llama a la puerta de mi natural curiosidad.
La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño.
La perseverancia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos muy dulces.